lunes, 30 de diciembre de 2024

Duelo y deseo

Llegaba tarde (siempre llego tarde), de la ducha salté a la calle, pelo empapado, corrí escaleras abajo en la boca del subte para no perder el que estaba por salir. Tapizado de pana roja (fuchi, pero preferible al otro que tiene una distribución de asientos muy incómoda), busco un lugar libre contra las puertas.
Atolondrada, con una sonrisa de victoria, un sudor in crescendo que el jabon trató de aplacar (por supuesto sin lograrlo), abrí el libro de Lemebel y me sumergí de nuevo en una escena del texto que con cada parada, Echeverría, Parque Chas, Tronador, se ponía más y más picante. - (Una alarma interna me anuncia que estamos pasando por Malabia, levanto la mirada, suricata curiosa, liebre alerta, te busco, aún sabiendo que las probabilidades de encontrarte en el mismo vagón de un subte son casi nulas. Pita el chofer, sigue su camino.) - Agradecía la edición octaedro de letras minúsculas, sentía pudor. La loca del frente se estaba dando finalmente el gusto con un Carlos adormecido por el alcohol. La forma de describir esa escena me generó pudor y a decir verdad, un poco de calentura. Nada que desde afuera pueda ser percibido (beneficios del género femenino). Qué mágica es la lectura y cómo atrapada me llevan a reírme en voz alta, llorar o incluso calentarme en público, ajena a lo que me rodea. 
.
Fui a una clase de un lugar que nunca había ido y me quedé a la milonga. Usé el vestido de nuestro encuentro ilusorio, el blanco y negro cortito (cómo pica esa tela, hay que encontrarle una solución sino no lo vuelvo a usar), por si oh fortuna/desventura (ya ni sé) de la vida, te encontraba. Me vi en el reflejo de una vidriera y aparentaba amazona, solo que no me sentía realmente así Fake it until you make it. O algo por el estilo.
.
Hay algo muy seductor del abrazo de tango, los cuerpos muy cerca, comunicarse sin hablar, es un límite fino que no llega a ser sexual pero coquetea con la idea. Como esa vez que bailamos por primera vez en mano a mano y se me aflojaron las rodillas. En la vida en general nunca se está tan cerca de un desconocido como en una milonga de abrazo cerrado. Y sin embargo, no es eso lo que busco al bailar, una linda tanda es cuando coincido con alguien que siente la música parecido a como la siento yo, que se divierte bailando sin buscar el firulete, que busca tener una conversación, pregunta y respuesta, saber esperar y escuchar, entender el largo de mis pasos, identificar el tono del abrazo para que sea cómodo para ambos. En esas ocasiones, que no son tantas, es que consigo realmente distraerme estando presente. Algo nada fácil en este momento. Pero no puedo evitar escuchar algunas canciones y pensar en vos de inmediato, y caer en la cuenta de que hay mucho de fingir demencia en todo esto.
.
Al día siguiente me desperté nublada, indecisa, inquieta, perdiendo el tiempo sin hacer nada
La palabra, aunque prefiera usar sinónimos menos tristes, es deprimida. No estaba caliente, de hecho me está costando conectar con la libido y eso se traduce no solo en el apetito sexual sino también en lo creativo. Estoy apagada. Curiosamente tanta ausencia de estímulo deja en evidencia lo otro, lo cíclico y hormonal. Distingo perfectamente cuando estoy ovulando (ahi sí me noto más encendida), y el estado premenstrual (el cual es complejo porque en general es de alta sensibilidad y llanto sin motivos aparentes, algo constante en estos últimos meses).
Las pocas veces que intenté tocarme, tuve orgasmos tenues, mudos, breves, de sirena afónica y triste. Apenas una lomadita de éxtasis insípido que no llega a ser cresta, alcanzada en cinco minutos y después: mirar la nada, sentirme vacía, de caricias, de besos, de fluidos y amor. Fueron escenas tan lamentables que de solo pensarlo se me iban las ganas.
Hace poco escuché en un podcast que el orgasmo era un gran difusor del estrés. Pensé que tanta nube e inquietud quizás podía ser canalizada con una descarga de energía y, pese al temor de un nuevo orgasmo soso, decidí intentarlo. Sin chiches, sin estímulo externo, solo el recuerdo de alguna de las miles de escenas juntos (recordarnos en esos casos, es un arma de doble filo: me calienta recordarlo vs me entristece la ausencia).
.
Esta vez fue algo cercano a una cresta, no llegó a los cantos de sirena que supimos conocer, pero al menos emití un gemido, tibiamente sonoro pero sobre todo catártico. Acabé y a continuación de manera automática, me quebré en un llanto desconsolado. Me agarró desprevenida pero me entregué con todo el cuerpo a esa compuerta de desahogo que solo alcanzo cuando pierdo el control. Inundé carilinas, empapé la almohada. Se me hincharon los ojos y no de goce.
.
¿Cómo se disfruta cuando adentro duele? ¿Cómo compartimento lo que siento, de las necesidades físicas? Ni siquiera puedo pensar en involucrar a un otro, el solo hecho de sentir placer, conmigo misma, parecería que me estuviera vedado. Oírme gemir fue volver a darle voz al deseo, y de inmediato extrañarte en ese acto.
.
Tengo demasiado vivo tu recuerdo, las cosas chicas, un gesto, una palabra, una posición al dormir, la forma de tu espalda, tu sabor. Seguís siendo la piel que quiero acariciar, oler, la boca que quiero besar y lamer. (Lo que extraño lamerte, no te das una idea). Nunca disfruté tanto el sexo como lo hice con vos, nunca nadie se (pre)ocupó tanto de mi placer y satisfacerme según mis deseos. (Creo que alguna vez te lo dije, pero gracias por eso). 
.
Es real, tengo síntomas de abstinencia, al final yo también soy una adicta. 

lunes, 16 de diciembre de 2024

Desaparecer

Quiero desaparecer de mí misma el tiempo que me lleve aceptar y naturalizar nuestra separación. 

Quiero dejar de sentir nostalgia, tristeza, enojo, confusión. Dejar de preguntarme si tomamos la decisión correcta.

Quiero dejar de buscarte, con el pensamiento y físicamente en tus lugares. Dejar de engañarme pensando que también son míos, no lo son, no de verdad. (Acaso vos me buscas físicamente en mis lugares? En el río, en este nuevo barrio que incluso está teñido de vos en cada esquina, en algún parque o feria al aire libre? Sospecho que no y lo digo sin malicia. Tu mundo privado está mucho más consolidado que el mío propio)

Quiero dejar de parar en puestos donde venden animales de plástico en miniatura, dinosaurios, camisas de flores, afiches de tango, de fabular qué te regalaría para tu cumpleaños.

Quiero dejar de inventar excusas para ir a tu barrio por cualquier motivo. Dejar de inventarme planes que contemplen tácitamente la posibilidad de encontrarte.

Quiero dejar de extrañarte, de sentir puntadas en la panza y un nudo en la garganta cuando pienso que no te voy a volver a tocar, que no me vas a volver a acariciar. 

Quiero dejar de quererte con el peso de la frustración de saber que no alcanza con el amor para que una pareja funcione. Una manada de elefantes me aplasta el corazón cada vez que pienso en eso.

Quiero dejar de sentir vergüenza de mí misma, de exponerme sabiéndome vulnerable, de humillarme para después autoflagelarme. Dejar de hacer cosas que me hagan sentir una boluda, con vos, conmigo. No quiero ensuciar lo que fuimos.

Quiero dejar de pensar en vos cuando intento pensar en mí, en lo que yo quiero.

Quiero cuidarme mejor, quererme mejor, mirarme por dentro y gustarme.

Quiero estar en paz, aunque sienta que estoy en guerra con todo.

Quiero dejar de sentir por un tiempo. 

Hasta que lo que sienta ya no me duela.



viernes, 29 de noviembre de 2024

Catarsis y despedida número mil

Estuve 20 minutos intentando que funcione.
Veinte minutos empujando las aspas del ventilador sin parar. 
Hacía semanas que funcionaba mal, cada vez peor. Pero siempre arrancaba. Una, dos, cinco, diez vueltas! y volver a empezar de cero. Tenía que llegar a veinticinco, las tenía contadas. A las veinticinco vueltas de corrido, había esperanza de que arranque.
Pero no arrancó. 
Veinte minutos transpirando frente a un motor que rugía inmóvil.
Me miré los dedos porque los sentía raros. Estaban morados, llenos de sangre. De tanto empujar el filo del aspa se me habian reventado algunos capilares y se pusieron mórbidos, hinchados, duros, lastimados. Me vi a mi misma desde afuera y me dije: "qué carajo estás haciendo?". El dolor físico es el único mensaje que entiende mi cabeza al parecer. 
Insisto, insisto, insisto, hasta que sangro.
Qué mecanismo más boludo e inmaduro.
.
Lo mismo me pasa con vos. Busco que me duela, busco encontrar algo que me desgarre para que ahí sí, ahora sí, dar todo por perdido y declarar que ya no puedo hacer nada. Como si no tuviera pruebas suficientes de que no nos hacemos bien, como si no lo hubiéramos intentado lo suficiente. Pero y si... Esa (maldita) fracción minúscula de duda crece como dinosaurio de goma que ponés en agua y se convierte en un Carnosaurus que me ocupa todo el cuerpomente y no me deja pensar. Con bracitos minúsculos y azules tipeo cosas para hacerme doler, en un aparato que quiero revolear por la ventana desde que ya no estamos juntos.
Deposito todo el poder en el otro y lo hago responsable de algo que me pertenece, la posibilidad de estar bien o no. Qué cables estarán sueltos adentro mío que no logran hacer sinapsis? 
.
Al despedirme de la última sesión Vero me dijo que tenía que quererme yo primero para que otros me quieran. Le dije que decir eso era como decirle a alguien que le tiene miedo a los perros que no tenga miedo porque los perros lo huelen. No funciona así. No tengo que quererme para que otro (vos, quien sea), me quiera y me vea atractiva. Tengo que quererme por mí misma y punto. 
Qué mina insufriblemente insegura que soy cuando estoy triste, te juro que no me banco. 
.
Estar sin vos, que-no-es-lo-mismo-que-estar-sola, es una mierda, pero por más que me pese, está siendo útil. Está sacando una cantidad de cosas oscuras y bien  escondidas que me interpelan como hija-amiga-humana y que me hacen dar cuenta de que si bien soy funcional, estoy bastante rota. Como todo el mundo, bah. Lloro todo el tiempo. Imbancable. Es mi nuevo pasatiempos. No solo de tristeza o nostalgia, lloro si veo algo que me pone feliz, si me moviliza. Estoy sensible hasta la médula.
.
Las gatas también están haciendo su trabajo. Me sacan de quicio y a los dos segundos me empapan de ternura. La espada de San jorge dio flor (yo no sabía que daban flores). Googlee para ver si era otra planta que le estaba creciendo por dentro y no, eran flores de ella: blancas, delicadas, con un aroma dulce que te empalaga. Florecieron de noche. Según alguna página falopa de google que esa planta florezca significa buena fortuna. Asi que chocha yo con mi espada de san jorge florecida en la habitación, intencionando que me cambie la fortuna. No va que las encuentro a las dos sacadas con tierra en la boca, ojos en llamas, haciéndole un pozo a la maceta. Casi las mato. Les quise dar un chirlo, pero son demasiado chiquitas (igual lo hice, no te voy a mentir). Yo no sé educar gatos, asi que hago como me enseñaste de agarrarlas del pellejito como la madre y les digo muy seria y muy enfática mientras las sacudo: NO!. Creo que no entienden porque a la hora me la estaban morfando de vuelta.
Se corretean por debajo de la cama y dejan expuesta la pelusa que está escondida, oculta, quieta, lo que nadie ve. Mi casa nunca estuvo tan sucia y limpia como está ahora. Nunca hubo tanto caos y armonía al mismo tiempo. No tiene lógica, pero es así. Funciono con otros, aunque los otros sean de otra especie.
.
Te extraño y no jodo cuando digo que te pienso todos los días, pero debería empezar a dejar de hacerlo (quisiera al menos un gramo de tu disciplina). Estoy dolida y pienso en vos para que me cures, para que me lamas las heridas como alguna vez lo hiciste. Pero no es por ahi, tengo que dejar de pedir lo que yo misma no sé hacer.
.
No creo que me tenga que querer para que vos u otro me quiera, pero es verdad que me siento desapuntalada, haciendo equilibro en puntitas de pies y sin mucha estima por mí misma. No quiero que seas pasado, pero tampoco nos salía el presente, entonces solo me queda pensar en el futuro. Si ese futuro es juntos, ojalá que sea siendo mejor de lo que soy/estoy y desde un lugar más firme, no desde esta gelatina de persona que estoy siendo en este momento.
.
Te quiero siempre.





viernes, 22 de noviembre de 2024

Fotogramas

Ayer escuché un fragmento de nido gaucho de Eliana Sosa y Gallardo y me agarró nostalgia.
.
A la noche soñé que te veía hablar y reirte con una chica y simulaba esa compostura políticamente correcta que nos sale masomenos bien en publico (a vos mejor que a mi), solo que por dentro tenía la sangre corriendo a toda velocidad y a presión.
.
Hoy corté un jengibre, pensé en vos y me largué a llorar. Te recordé en tu casa, sacandole la piel a mi pedacito, los besos con sabor picante, esa sensación de estar enamorados, de sabernos juntos.
.
Podría ir a lugares donde sé que te voy a encontrar, me pregunto si vos también pensás en encontrarme. Aunque despues no vaya, aunque después le sigamos haciendo caso a la cabeza y respetemos la distancia (y a veces me mienta a mi misma).
.
Verte es primero un nudo en la panza, después algo cálido y continuo seguido de un dejo de tristeza cuando me doy cuenta que de nuevo nos vamos a distanciar. Las primeras horas despues de encontrarnos me queda el cuerpo revolucionado, entre contesto, triste, caliente, se despierta una libido que está totalmente adormecida. 
.
Hay días que te extraño más que otros.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Ausencia

El otro día tenía que volver a casa y no sabía qué transporte tomarme. Abro el Google maps y en el espacio donde iría mi dirección, escribo tu nombre sin querer. Me di cuenta a mitad de camino y sentí una mezcla de vergüenza cómica y tristeza. Así está mí cabeza, estando sin estar y con el GPS tan desorientado que sigue pensando que vos sos mí hogar.
.
Nunca nadie vio tantas aves al costado de la ruta 2, como vi yo en el micro a mar del plata. Al principio me pareció curioso, después llamativo y a lo último inverosímil, me crucé con muchas, demasiadas cigüeñas volando sobre la ruta y una espátula rosada paveando en el zanjón paralelo al camino. Pensé en vos.
.
Escribo cosas y las borro, no solo en el momento sino días posteriores, quizás hasta este texto desaparezca.
.
Sos mi interlocutor tácito, sí, porque a lo largo de este último tiempo fuiste la persona que elegí para mostrarme como soy y compartir mi versión vulnerable. Eras mí mejor amigo (por más que te pese el concepto de amistad en una pareja) y en ocasiones todavía converso con tu recuerdo. Pero escribo para mí, me urge darle entidad a lo que siento, a la angustia que me asalta en un colectivo cualquiera, yendo a la farmacia o sentada en mi sillón. La mayoría de las veces al releerme me autopercibo patética. En este momento seguramente lo sea y no me importa pretender otra cosa.

Lo que no puedo responderme a mí misma es por qué lo publico. Podría seguir escribiendo analógicamente, sabiendo que no te enterarias. Es cobarde publicarlo. Tengo que dejar de pensarte, de escribirte como si siguieras siendo mí confidente, de buscarte con el pensamiento, de querer verte pero no te busque en nuestras fotos porque me destruye vernos sonriendo o a las besos, sino que desbloquee cuentas donde sé que te voy a encontrar, aunque siempre sea en un abrazo con otra persona. Te imagino coqueteando con mujeres, teniendo intimidad con otra gente y me genera tristeza e ira en igual medida, aunque estés en todo tu derecho, aunque yo también lo esté. Estoy empantanada, enredada en tu recuerdo a sabiendas que no tiene sentido insistir. Pienso en tu sonrisa y me desmorono. 
No sé qué busco al buscarte, aun en silencio. Me cuesta aceptar tu ausencia.
Me siento un árbol sin raíz, necesito apuntalarme.





viernes, 25 de octubre de 2024

Derrumbe

Recién granizó. Dudé entre salir al balcón a salvar a las plantas o resguardarme mientras el granizo golpeaba el vidrio de la ventana. Vi un brote tierno descuartizado y ya no dudé, me lancé a tratar de proteger las macetas mientras miraba a Aurora y le pedía que aguante. Será eso el amor? Que te preocupe más el dolor ajeno que el propio?

.

Hay un tenedor boca abajo que quedó así desde que te fuiste. No me atrevo a enderezarlo ni a guardarlo en el cajón. Escondo físicamente, dejo de seguir o bloqueo virtualmente todo lo que me pueda golpear en la boca del estómago. Pensé en tomar las últimas clases pagas que tenía y alejarme del tango y de tu barrio por un tiempo, pero este jueves bailé bien pese a mí misma y me cuesta aceptar que es algo que disfruto aunque me recuerde constantemente a vos. Otra dualidad más: Alejarse de lo que uno quiere porque le hace daño. 
.
Lloro cuando estoy en la calle o andando en bicicleta, como si estar en movimiento me permitiera lubricar todo lo que está agarrotado en el interior. En la panza, en la garganta, en el pecho. Cuántos chacras estarán sufriendo esta despedida? Me atrevo a decir que todos. Siento como la piel alrededor de mis ojos se oscurece y se acerca al hueso, replegada de angustia.
.
Hasta ahora decía "despedida" pero no lo creía realmente, era un concepto que anhelaba transitorio, un hasta luego escondido. Tenía una ilusión agazapada que escapaba victoriosa de todo intento de ser erradicada. Tenía fe en nosotros. Creía que sí, que nos iba a costar, pero que podíamos. 
Que podíamos si queriamos.
Que podíamos si lo intentabamos.
Que podíamos si pedíamos ayuda.
Que podíamos.
Me rompe, me deja vacía, hueca, destrozada, reconocer que ya no creo que podamos, ni aunque lo intentemos, ni aunque querramos, ni aunque pidamos ayuda. Perdi la fé. Se rompió ese cristal en el que te creía cuando me decías que me amabas y nos imaginaba juntos a futuro. Ahora veo palabras que intentan ser sentimiento y un camino minado de frustraciones mutuas. Está todo corroído, lastimado.
Dejé de creer, al igual que dejé de creer en Dios cuando murió mí abuelo, y sin embargo cuando estoy al borde, rezo un padre nuestro esperando estar equivocada. Consciente de que una iglesia es un montículo de piedras al que se le atribuye el carácter de sagrado, me persigno sin querer ante nuestro recuerdo, quizás porque me cuesta aceptar que en donde había un proyecto conjunto, un deseo de un compañero, un hogar, una familia, ahora hay un derrumbe. Quizás porque de verdad creo que alguna vez lo nuestro fue divino.

Soy yo la que ahora quiere irse a vivir al fondo de un aljibe y hacerme amiga de una tortuga. Solo que esa imagen que se me hacía divertida, ahora la imagino oscura, eterna, un querer dejar de sentir tristeza y angustia.
 No quiero borrarte (no podría aunque lo intente, soy demasiado buena recordando los poros exactos de tu piel y los pliegues alrededor de tu boca que anticipaban una sonrisa), pero a veces siento que la mochila es muy pesada. Tanto condicional futuro que quería ser ladrillo de piedra maciza pero resultó cristal frágil, tanto amor frustrado, tantos deseos que terminaron truncos
.
Te acordás cuando volvimos a estar juntos después de la primera vez que cortamos? Al poco tiempo tuve un sueño extrañisimo, un día que dormí en tu casa. Soñé que abajo de la cama encontraba 18 fetos abortados. Fue un sueño horrible, me levanté angustiada y recuerdo contártelo después de desayunar. Tratamos entre los dos de buscarle una lógica, que 18 años es mayoría de edad, será eso? Que por qué el número 18? Que quizás fue un sueño sin significado. A las semanas, poco tiempo después de estar juntos nuevamente, volvimos a tener discusiones y en una ocasión hablaba con la psicóloga sobre esta dificultad de comunicarnos sin agredirnos mutuamente y le conté del sueño. No llegamos a nada. Al despedirnos me preguntó cuánto tiempo habíamos estado juntos antes de separarnos, le dije que un año y medio. 18 meses. Ese sueño habrá sido la representación de un deseo que nunca llegaba a termino? Y no me refiero a la literalidad de la maternidad, sino a un proyecto, algo que inicia siendo deseo y después nace y crece. Un afianzar la relación, amarse más allá del enamoramiento, convivir, construir. 
.
Estoy triste y enojada, con vos, conmigo y con un Dios que no existe

lunes, 7 de octubre de 2024

Diario de un duelo: recordar

Hay cosas que no quiero olvidar, las chicas, las cotidianas, las que confirman que estaba enamorada de vos y no de una idea.

Con vos aprendí que pasé toda la vida subestimando a las medias. Para mí un par de medias se podía usar muchas veces (más de las que jamás te voy a confesar), sin embargo vos las usabas una vez, medio día y ya estaban para lavar. En mí casa el lugar natural de las medias siempre fue el piso, pero cuando iba a tu casa vos obstinadamente subías las medias a dónde consideraba que era su lugar natural: la silla. Me acuerdo la curiosidad que me dió cuando descubriste que podías poner el talco adentro de la media y no en la zapatilla como la mayoría de la gente, "para que esté bien seco el pie". Vade retro hongos. Te sacabas las medias en la cama y quedaban perdidas entre el colchón y las sábanas y solo cuando iba a dormir a tu casa, y me movía tanto que terminaba desarmando la sujeción de las sábanas, aparecían. En invierno usas medias dobles y en este último año te compraste una de perritos de globologia muy simpáticas. Creo que admiro eso de vos, que explores cosas sin tanta bajada de línea interna. 

Tu piel es todo un tema. No puedo, no quiero olvidar tu piel. Tenés el cuerpo más suave que jamás acaricié. Todo en vos es suave, tu pelo, tu barba, tu vello. Pero tu piel es más que el tacto, involucra más sentidos, tiene una temperatura, un sabor y un olor que me despierta el deseo. Tocarte, olerte, lamerte, altera mi sistema nervioso, incluso ahora de solo pensarlo.

Amo todo de tu boca. Todo. Ya lo sabés. La forma, el color, la textura, abierta, cerrada, pero sobre todo sonriendo, extraño tu sonrisa y verte contento de verdad. Un día viendo nuestras fotos me di cuenta que ya no sonreias desde adentro sino que parecía que la sonrisa venia desde afuera, para la foto, pero no sé si realmente eras feliz.

Dormís con la almohada sobre la cabeza, no roncas, en el invierno cuando hizo mucho frío dormiste con el gorrito de lana puesto, te gusta usar capucha, aún adentro de tu casa. A veces cuando caminabas arrastraba los pies. 
Tenés una manía con la canilla del baño y nunca puede quedar una mínima gota corriendo (por eso en tu baño siempre hay una ballerina amarilla a mano). 
Limpias todo con bicarbonato y vinagre y a veces lo mezclabas con lavandina y yo te decía que era un peligro químico. Cuando te zarpabas mínimamente con la comida decías "soy el hombre chancho" y te agarrabas la panza y empezabas a pensar en rutinas de ejercicios y en una misma oración podías mezclar pesas rusas con rutinas de animal flow, flexibilidad, win Hoff y yoga. 
Tu primer bodegón preferido fue Angelito, hasta que conocimos la parri de villa crespo y lo desplazamos sin miramientos. Siempre te pedías chinchus y cuando estábamos decidiendo a dónde ir y vos querías carne, achinabas los ojos y fruncias la boca con una forma muy tuya. Nos dábamos la mano para caminar, no recuerdo haber caminado tanto abrazados pero siempre, siempre, íbamos de la mano a todos lados y cuando el otro estaba haciendo algo que requeria de ambas manos, nos buscábamos incansablemente hasta que nos agarrabamos de nuevo. 

Un día por tu barrio bailamos tango en la vereda al lado de un chino mientras un señor tocaba el bandoneón en la puerta de entrada. Alguien nos filmó pero no me anime a pedirle el video. Una salame. Bailabas en todos lados, en cualquier situación y contexto, me gustaba eso de vos pero a veces en algunos lugares me ponía incómoda. 
A tu papá le acaricias la cabeza y le das besos en la pelada. Siempre me dio mucha ternura que hagas eso. De tus amigos se te pegan frases que después se me pegaron a mí y ahora las uso en cualquier momento sin darme cuenta y nadie entiende nada (cuidaaaado). Lees antes de acostarte, no importa la hora o el día. Tenés pilas de libros sin leer y cuando comprabas alguno nuevo, me lo contabas con un poco de culpa. Lees libros rarísimos que te intrigan por el nombre o el tema. Sos curioso, muchas cosas te atrapas y a todas querés conocerlas en profundidad pero no te da el tiempo o la energía para dedicarle el mismo nivel de entrega a todo al mismo tiempo.
Haces pan sin levadura. Cuando te conocí tu fuerte era la pizza casera y la faina, después fueron las hamburguesas. Decías que no eras muy gourmet pero cuando te ponías a cocinar se te ocurrían combinaciones re ingeniosas. A mí me encanta cocinar de a dos y vos te sentías invadido cuando lo hacía, eso me daba pena. Una vez discutimos por la sección de corte de una papa y se me hizo muy claro que necesitábamos reírnos más de nuestras neurosis porque caíamos en la trampa de tomarnos todo demasiado en serio. 

Tenés dedos largos, y te gustan los anillos. Al principio me chocaba, después lo naturalicé (menos el del dedo meñique con forma de sello o una piedra, ese es un montón). Hubo un tiempo que en las fotos te ponías en la pose del colgado, recuerdo una que te saqué en frente de la catedral de la plata. Nunca me dejaste leer las cosas que escribías y yo me moría de ganas. Dormías de mi lado de la cama y nunca lo cuestioné porque me gustaba más tenerte al lado mío que elegir de qué lado tenerte. Al principio cuando te ibas al colegio y yo seguía durmiendo en tu cama me pasaba a tu lado para seguir sintiendo tu calor y tu olor.

No te gustaba jugar a juegos de mesa conmigo y eso me entristecía. Cuando te conocí tocabas la guitarra, era hermoso escucharte y yo flasheaba con cantar mientras vos tocabas pero no sucedió muchas veces. Cuando te tocaba sin que lo veas venir te asustabas y le echabamos la culpa a los fórceps que te agarraron por sorpresa cuando naciste. Tengo una imagen grabada tuya de vos chiquito disfrazado de vaquero, y las historias que me contabas creciendo en el pabellón con los sapos en la zanja. Escribiste algo de eso en tu blog y es un relato precioso. Me gusta como escribís.

Sabes mucho de dinosaurios. No sé cómo guardas tanta información específica en la cabeza. Dibujas muy bien y con un trazo muy libre. Cuando te enojabas era muy difícil llegarte y teníamos mecanismos opuestos para lidiar con lo que nos generaba conflicto. Decías cosas que no querían ser hirientes pero muchas veces lo eran. Yo también lo hacía y seguramente más que vos. De las cosas que me decías, muchas me cayeron la ficha con delay. De varias tenías razón y me da vergüenza ser como a veces soy. Quisiera ser distinta, más liviana, más relajada. Necesito ayuda con eso, y no me refiero solo a terapia, necesito gente que me quiera y me ayude siendo ejemplo de que hay otra forma.

Sos un hombre precioso e increíblemente sensible. Cuando te volví a encontrar me sentía afortunada de tener un tipo como vos que me de bola. No me la creia. Era muy consciente de que eras fachero, seductor y que lo sabías, y eso al principio me despertó inseguridades. 

Fuiste, sos, un gran amor y odio la idea de no haber sabido querernos como lo necesitábamos. 

martes, 1 de octubre de 2024

Diario de un duelo: la ausencia

Hice una biblioteca grande para que entren mis libros y los tuyos. No llego ni a llenar la mitad de los estantes, entonces distribuyo los libros para que parezcan más, cinco acá , tres allá, siete por allá, algunos acostados, otros en diagonal. Busco disimular los espacios vacíos, ocuparlos con cosas, no importa qué, cosas. 

Mientras lo hago parece que funciona, me entretengo, me digo que sí, que está funcionando, ya no se ve tan vacío.

Doy dos pasos para atrás, me alejo y lo veo en su totalidad. El esfuerzo por tapar los huecos solo logra que queden más en evidencia. 

La ausencia ocupa espacio, tiene contenido, no logra ser disfrazada con plantas, fotos, cuadernos de dibujo apaisados, cajas con lápices, libros acostados, piedras sureñas. 

Dibujé la biblioteca un día que cenamos en casa y estabamos en una buena racha, me hablabas de que tenías muchos libros y pensábamos donde irían tus bibliotecas con forma de espiga. El proyecto biblioteca era una excusa del deseo de algo que te abarque a vos y a mi, uno de tantos. Quería algo que podamos nombrar con la primera persona del plural.

En esos espacios vacíos iban tus libros, tus miles de libros apilados en el piso y distribuidos en un Tetris perfecto dentro de tus bibliotecas. 

En ese vacío estás vos, tu recuerdo, tu tono de voz, tu mirada, tu tacto, tu sonrisa, tus manías. Es una ausencia tangible, presente, espantosa. 

domingo, 22 de septiembre de 2024

Diario de un duelo: negación y depresión

Extraño bañarnos juntos y que me enjabones hasta el último milímetros cuadrado de la piel. Verte mientras te cae el agua por el cuerpo desnudo y sentir un atisbo de orgullo de saberte conmigo.

Extraño tus galletitas con queso y dulce de batata, que me preguntes si quiero café aunque nunca tengas leche.

Extraño tus manias y tu baile del toc (heladera, lavarropas, chirimbolos, agua, gas y volver a empezar), que siempre terminaban con vos en el ascensor diciéndome que estabas loco pero que tenías cosas buenas para compensar.

Extraño tu "nos lavamos los dientes?", como una invitación a un plan, que vos todo educado te enjuagues con el vaso y yo escupa la espuma rea y te rías de mi lado chabacano.

Extraño hacer pis mientras charlamos, que abras el agua cuando me siento cohibida (compartir ese grado de intimidad me permitió sentirme más libre, más real). 

Que leas antes de acostarte, aunque sean las 3am, que nos durmamos abrazados, e intentes que mis dos manos queden entre las tuyas aunque la postura se parezca a una toma de karate. Buscarte los pies entre las sábanas y pegarte el empeine, procurando que al menos una parte de nuestros cuerpos estén en contacto al dormir. Que cuidaras con tanto amor a Bardot. Que cantes, que bailes, que toques el ukelele y la guitarra. Que me prestes tu paraguas y me acompañes a la parada del colectivo. Que vayamos al bazar chino a chusmear, que inventes a Gio Lo Celso y pensemos cómo se viste, qué piensa, hace. Que me cuentes cualquier cosa de lo que sea que te llame la atención o te obsesione en el momento. Que robes flores camino a casa. Que dobles con tanto cuidado la ropa. Que cocines cualquier cosa a la plancheta. Verte entrenar y que te guste que te vea. Revisarte la biblioteca como si fuera una librería. Que inventes palabras (deberols, firulaps, hashtag, eiseinhower).  Quedarnos charlando con la luz apagada acostados en la cama.

Que me desnudes
acaricies
beses
abraces
Que nos hagamos el amor
Escucharte/sentirte llegar al climax
Extraño tu tacto, tu piel, tu pulso, tu temperatura y tu olor. Te extraño de manera animal, siento abstinencia de vos.
.

No extraño discutir, que no podamos distinguir las boludeces de las cosas importantes, que no sepamos cuando y cómo desactivarnos cuando estamos necios, sentirte hastiado de mí, que estemos tan a la defensiva que cualquier cosa pueda ser motivo de conflicto, que sea tan difícil comunicarse sin elevar la voz, sentirte lejos aunque estemos al lado. Querer acercarme y que prefieras la distancia. No extraño la guerra fría del silencio, el mirarnos como si el otro fuera el enemigo y no parte del mismo equipo. Sentir que no somos un equipo. Saber que te amo pero que no haya proyección conjunta.

.

Me da mucha, muchisima bronca que no hayamos podido encontrar la forma, que no podamos entregarnos sin reservas. Lo bueno era muy bueno, pero las cosas malas, lo que nos desconectaba y nos distanciaba, corroia desde adentro a la pareja. 

Queria todo con vos, que reordenes mis alacenas, que traigas tus libros, que decidamos juntos qué cama usar, donde vivir, qué comer, donde salir, a dónde escaparnos un fin de semana. Quería que seas mí compañero de vida y yo ser la tuya. Que te sumes a mis planes sin que te parezcan un embole, y yo sumarme a los tuyos de igual forma.

Que nos tratemos con ternura, amor y paciencia. Sin rencores y resentimientos que no permiten avanzar y nos dejan clavados en nuestros errores. Hubiera querido tener un hijo con vos, que le enseñes de dinosaurios, de música, de literatura, de win hoff y de tango. Yo le hubiera enseñado el río, la naturaleza, a dibujar y a andar en bici. Ambos le hubiéramos enseñado acerca de la neurosis.

.

Aunque sepa que seguramente lo mejor es dejarte ir, todos los días te pienso y todos los días te extraño. 

martes, 17 de septiembre de 2024

Diario de un duelo: la negación

El baile

Es de noche, estoy en una milonga. (No me imagino yendo sola a milongas pero estimo que mi imaginación cree que la única forma de encontrarte de casualidad, es yendo a una). Así que voy sola a una milonga, y te encuentro. Hace calor, o eso supongo, porque tengo puesto el vestidito corto blanco y negro que me queda muy apretado pero lindo, (ese que use en el cumple de Mati y con el cual nos sacamos una foto en la bañadera que estaba en el bar). Vos tenes puesto el pantalón color uva y una remera rosa como esa vez que fuimos a la clase de Uchitel. La noche se parece a la vez que nos dimos un beso por primera vez en el Chau Che Clú, hoy, hace 2 años. Qué cosa increíble el caleidoscopio de recuerdos…Caigo en la cuenta de que mi imaginación está creando una fantasía en base a recortes reales de momentos compartidos a lo largo de estos años. Editados, fragmentos sin contexto, solo admite la parte luminosa de nuestro vínculo. Para el lado oscuro necesito más tiempo de duelo, ahora estoy en negación.

Le pido al DJ que ponga una canción, me arrepiento y arriesgo a pedir una tanda especifica. Le dicto: “La noche que te fuiste”, “Nido gaucho”, “Esta noche de luna” y “Amarras”, aclaro que sea la que esta cantada por el Arranque (me acuerdo de esa vez que fuimos al Bebop Club a verlos y nos cruzamos con tu amigo y Eva, (que me debe haber envidiado fuertemente al vernos ahí juntos vos todo bombón, yo toda embobada). Ese recuerdo me catapulta a Lidia Borda y Ardit en el Torcuato Tasso, yo tomando un gin tonic, vos hablando que te gustaría llevar a tu viejo a ver algún show así, que creías que le gustaría. Recuerdo que entre canciones y sorbos, soñaba con proponerte casamiento. Después salimos y comimos en el Bar británico y yo me pedí un tostado de queso insulso. Pero el Británico también sos vos en patas, tomando birra en la mesa de la entrada, después de haber pedaleado desde tu casa hasta parque Lezama, cuando volví de mi estadía en Bariloche al poco tiempo de (re)encontrarnos. Bailamos en la pérgola del parque, vos descalzo en cortos de jean deshilachado, yo con mí vestido rojo de pajaritos, no nos importaba el pasito, sino jugar, juntos, a bailar).

El DJ de la milonga fantasiosa entendió todo, debe haber pensado (sabido) que esa tanda era una dedicación, un llamar a la radio y dedicarle una canción de amor al que te gusta. Me guiña el ojo y me sigue el juego cual comedia romántica básica, basiquisima. (Tabucchi diría que el cine hollywoodense me arruinó el paladar cinematográfico y tendría razón).

(Me sorprendo, al mismo tiempo, de mi misma. En la fantasía y en la vida real, no pensé que supiera el nombre de 4 tangos o que tuviera “tangos preferidos”. Es como haber descubierto algo de mí que ni siquiera sabía que existía... pienso en tantos otros que me gustan… fruta amarga (que al nombrarlo a veces me confundo con fruta fresca de Carlos Vives), cantado por Lidia Borda (de los primeros tangos que me compartiste), yuyo brujo, moneda de cobre, toda la vida, y muchos otros que no sé el nombre pero el oído ya los reconoce como familiares. Pero claro, pensándolo bien casi todos son tangos que en algún momento formaron parte de esos enamoramientos que te daban con canciones, los escuché en tu casa, en la mía, y por osmosis (y el algoritmo de YouTube), los adopté cómo propios y también a mí terminaron por enamorarme)

Encaro para donde estás sentado, se cuela la posibilidad de que ya estes relojeando para sacar a alguien a bailar y apuro el paso para no llegar tarde (ni en la imaginación dejo de ser insegura). En el camino me sacan a bailar y digo 'no gracias', ojalá lo hayas visto, no tanto para darte celos sino para que sepas que en realidad con la única persona con la quiero bailar, es con vos.

Llego hasta tu mesa y por suerte seguís ahí. Hay gente alrededor tuyo, no veo quienes son, estan todos blureados, solo te veo a vos, que me sonreís, un poco con nostalgia y un poco con (lo que creo que aún es) amor. Aceptas bailar conmigo. Respiro con alivio.

Vamos a la pista que de a poco se va llenando, la luz esta tenue y empiezo a transpirar nerviosa, sudor frio (como cuando bailamos en la muestra del San Roque, qué nervios ese día, me temblaba el cuerpo y trataba de hacerme la que estaba tranquila para no transmitirte a vos el cagazo de hacerte quedar mal en tu entorno de laburo, en la ex escuela de mí viejo. Bailamos bastante flojo, pero nos sacaron una foto hermosa, vos todo facha tanguero mirando de costado, yo de espaldas sin tierra, un desastre de aire, mirándote la boca. Ahora cada vez que suena nido gaucho o alguna de esas canciones que reconozco, quisiera bailarlas con vos. Me pregunto si hay algunas canciones que te hagan pensar en mí, o si por haberlas escuchado o bailado frecuentemente con otras personas hace que no lo sientas nuestro.)

Transpiro, también, por la cercanía a tu cuerpo, y vuelvo a sentir los nervios de la primera vez que bailamos juntos, en la práctica Mano a mano. Paracaidista suicida que llega sin saber un paso a una practica de milonga. Me saludaste casual, te arrodillaste de frente mientras me ponía los zapatos (como me contaste que haces con tus alumnos para ponerte a su altura). Ese día me pegaste tu antebrazo al mío, (nunca nadie me sacó a bailar así pero en el momento pensé que era un estilo tuyo) después me confesaste que era para tener más control sobre mí cuerpo (que seguro ondulaba sin tono, junco, garza, desconcertada por volver a sentir fuego y deseo). 

Te abrazo despacio, queriendo saborear ese momento de intimidad que extraño, me acerco a tu cuello y escucho de fondo al sentido común y a la racionalidad, agrietarse. Se acerca el derrumbe, es inminente. Tu piel es gritar casa en el medio de una mancha, y la proximidad se siente como volver al hogar. Bailo con las botitas que me acompañaste a comprar por el abasto, antes de bajar y volver a subir las escaleras mecánicas para sacarnos una foto en el espejo del techo, previo a discutir en el café de la Orquídea (de a poco se cuela la realidad sin edición, pero la negación persiste, necesito esta noche abrazada a vos sin sinsabores, como el reencuentro en la milonga cualquiera, inesperado. De repente tu sonrisa en la fila de entrada, confusión, desconcierto, entrega y rotación de pareja y quedar juntos, comoquienoquierelacosa. Me hiciste un ocho adelante con una parada y te roce la pierna muy a propósito. No estaba ebria pero la proximidad a tus feromonas habían activado el plan implosión del hemisferio racional). 

Sin tacos ya no estoy tan alta, pero sí más estable (pienso que ahora te gustaría más bailar conmigo, que quizás no perdería tanto el eje, no desconectaría el abrazo, aún sabiendo que la desconexión no venía de la postura sino de otro lugar). Sin tacos mi boca queda unos centímetros por debajo de la tuya (como cuando bailamos en pantuflas Juan Luis guerra como si fuera un tango en mi casa y usaste una captura de ese video como foto de perfil de whatsapp).

Tu boca me imanta, siempre lo hizo/hace/hará, necesito respirar tu aliento, me acerco, saliendo de eje, invadiendo tu espacio personal (como esa noche en la Bici, que de tan cerca se nos chocaron las narices y después las bocas. En ese momento el tango era una excusa, después tomó otro lugar, otro sentido y de a ratos se desdibujaba la esencia de juego.)

Bailamos y no me importa cómo, si bien, mal, a tiempo, torpe...estoy abrazada a vos y la conexión no sale de la espalda, ni de la postura de los brazos, ni del talón de la mano o del pie, sino de las ganas de tener mi corazón latiendo pegado al tuyo. Tu pulso, ya lo sabes, siempre fue un gran afrodisíaco.

No imagino el fin de la tanda, quisiera seguir soplandole canciones al oído del DJ hasta perder la noción del tiempo.

//

En algún lugar, entre mis feromonas y las tuyas, entre los vientis y los treinti-cuarentis, entre una milonga y el río, entre mates y verticales, entre parque centenario y plaza irlanda, entre Thames y Aizpurua, seguimos abrazados, girando en una pista inmensa, sin que importe la coreografía, solo mantener el ritmo, procurando no tropezar, o al menos haciéndolo con gracia y estilo, juntos.