viernes, 25 de octubre de 2024

Derrumbe

Recién granizó. Dudé entre salir al balcón a salvar a las plantas o resguardarme mientras el granizo golpeaba el vidrio de la ventana. Vi un brote tierno descuartizado y ya no dudé, me lancé a tratar de proteger las macetas mientras miraba a Aurora y le pedía que aguante. Será eso el amor? Que te preocupe más el dolor ajeno que el propio?

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Hay un tenedor boca abajo que quedó así desde que te fuiste. No me atrevo a enderezarlo ni a guardarlo en el cajón. Escondo físicamente, dejo de seguir o bloqueo virtualmente todo lo que me pueda golpear en la boca del estómago. Pensé en tomar las últimas clases pagas que tenía y alejarme del tango y de tu barrio por un tiempo, pero este jueves bailé bien pese a mí misma y me cuesta aceptar que es algo que disfruto aunque me recuerde constantemente a vos. Otra dualidad más: Alejarse de lo que uno quiere porque le hace daño. 
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Lloro cuando estoy en la calle o andando en bicicleta, como si estar en movimiento me permitiera lubricar todo lo que está agarrotado en el interior. En la panza, en la garganta, en el pecho. Cuántos chacras estarán sufriendo esta despedida? Me atrevo a decir que todos. Siento como la piel alrededor de mis ojos se oscurece y se acerca al hueso, replegada de angustia.
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Hasta ahora decía "despedida" pero no lo creía realmente, era un concepto que anhelaba transitorio, un hasta luego escondido. Tenía una ilusión agazapada que escapaba victoriosa de todo intento de ser erradicada. Tenía fe en nosotros. Creía que sí, que nos iba a costar, pero que podíamos. 
Que podíamos si queriamos.
Que podíamos si lo intentabamos.
Que podíamos si pedíamos ayuda.
Que podíamos.
Me rompe, me deja vacía, hueca, destrozada, reconocer que ya no creo que podamos, ni aunque lo intentemos, ni aunque querramos, ni aunque pidamos ayuda. Perdi la fé. Se rompió ese cristal en el que te creía cuando me decías que me amabas y nos imaginaba juntos a futuro. Ahora veo palabras que intentan ser sentimiento y un camino minado de frustraciones mutuas. Está todo corroído, lastimado.
Dejé de creer, al igual que dejé de creer en Dios cuando murió mí abuelo, y sin embargo cuando estoy al borde, rezo un padre nuestro esperando estar equivocada. Consciente de que una iglesia es un montículo de piedras al que se le atribuye el carácter de sagrado, me persigno sin querer ante nuestro recuerdo, quizás porque me cuesta aceptar que en donde había un proyecto conjunto, un deseo de un compañero, un hogar, una familia, ahora hay un derrumbe. Quizás porque de verdad creo que alguna vez lo nuestro fue divino.

Soy yo la que ahora quiere irse a vivir al fondo de un aljibe y hacerme amiga de una tortuga. Solo que esa imagen que se me hacía divertida, ahora la imagino oscura, eterna, un querer dejar de sentir tristeza y angustia.
 No quiero borrarte (no podría aunque lo intente, soy demasiado buena recordando los poros exactos de tu piel y los pliegues alrededor de tu boca que anticipaban una sonrisa), pero a veces siento que la mochila es muy pesada. Tanto condicional futuro que quería ser ladrillo de piedra maciza pero resultó cristal frágil, tanto amor frustrado, tantos deseos que terminaron truncos
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Te acordás cuando volvimos a estar juntos después de la primera vez que cortamos? Al poco tiempo tuve un sueño extrañisimo, un día que dormí en tu casa. Soñé que abajo de la cama encontraba 18 fetos abortados. Fue un sueño horrible, me levanté angustiada y recuerdo contártelo después de desayunar. Tratamos entre los dos de buscarle una lógica, que 18 años es mayoría de edad, será eso? Que por qué el número 18? Que quizás fue un sueño sin significado. A las semanas, poco tiempo después de estar juntos nuevamente, volvimos a tener discusiones y en una ocasión hablaba con la psicóloga sobre esta dificultad de comunicarnos sin agredirnos mutuamente y le conté del sueño. No llegamos a nada. Al despedirnos me preguntó cuánto tiempo habíamos estado juntos antes de separarnos, le dije que un año y medio. 18 meses. Ese sueño habrá sido la representación de un deseo que nunca llegaba a termino? Y no me refiero a la literalidad de la maternidad, sino a un proyecto, algo que inicia siendo deseo y después nace y crece. Un afianzar la relación, amarse más allá del enamoramiento, convivir, construir. 
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Estoy triste y enojada, con vos, conmigo y con un Dios que no existe

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con un resto de lucidez, presentía que ibas a escribir acá. No sé si lo hacés por vos, para mí, para nadie. No sé si es un mensaje cifrado, o una catarsis, y menos si corresponde, si está bien, que ponga algo acá. (Probablemente, no). Sólo lo hago porque a mí también me duele tu dolor, además del mío propio, y eso quizás sea un mínimo, insignificante paliativo para el tuyo.