domingo, 20 de noviembre de 2016

Instrucciones para hacer malabares

Para poder hacer malabares se deben aprender unos simples pasos:

1- tome 3 pelotitas
2- coloque 2 en una mano y 1 en la otra
3- SUELTE la primer pelotita de la mano en la que tiene 2. Verá que esta acción no es tan difícil.
4- SUELTE la segunda pelotita. Verá que esta acción es un poco más difícil.
5- SUELTE la tercer pelotita. Verá que esta acción es aún más difícil que la anterior.

Qué es lo que pasa que hace que cueste tanto soltar? 

La primer pelotita no tiene riesgo, aún tenemos dos pelotitas más en nuestras manos. Pero la segunda pelotita ya nos expone frente a la posibilidad de soltarla y no sólo no atrapar la primera, sino tampoco atrapar la segunda. Por último, soltar la tercer pelotita es cosa de ciencia ficción para los que tememos a la inseguridad del no saber qué puede pasar. Se caerá la pelotita? La llegaré a atrapar? Que ansiedad, y todo eso puede pasar aún no soltanto ni una pelotita, lo que hace que imagine lo que es hacer malabares, pero que realmente no lo esté haciendo.

Ahora bien, si usted no suelta las pelotitas, no podrá hacer malabares. Y para vivir, es necesario hacer malabares y amigarse con el desequilibrio de las pelotitas girando sin control, la inseguridad de no saber qué va a pasar y confiar... confiar en que vamos a atrapar las pelotitas, y que si no las atrapamos, todo bien, se caen. Se darán un golpe o dos, quedarán un poco machucadas y quizás les cueste volver a girar bien en el aire, pero van a girar, confíe en que van a girar.

Lo más importante es aprender esa simple acción que implica perder el control de eso que está seguro con uno. Pierda esa seguridad, suelte, suelte todo. No ate nada. Personas, emociones, situaciones, suelte todo. Si las atrapa quiere decir que ese elemento no solo era para usted, sino que el elemento lo eligió, y para elegirlo tuvo que sentir la libertad de estar suelto, en el aire girando, y decidió volver con usted. Si no vuelve, entonces déjelo. Que caiga, se haga torta (usted y el elemento), y vuelva a coser una pelotita y metale arroz o cualquier cosa que le de cuerpo, hasta que ese cuerpo se convierta en alma, y vuelva a sentir y girar, y elegir.

Suelte.

sábado, 8 de octubre de 2016

*_*

"Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo"

Mario Benedetti

viernes, 2 de septiembre de 2016

Miedos

"Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía, miedo a las puertas sin cerraduras, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad.
Miedo a lo que fue y a lo que puede ser.
Miedo a morir, miedo a vivir…"

El miedo global, Galeano

El miedo como enfermedad que paraliza, como agente de prejuicios. El miedo es el peor consejero, nos inmoviliza por miedo a..., condiciona lo diferente, juzga lo que no entiende, se protege para vivir, pero para vivir con miedo. De qué sirve vivir así? 
Es necesario abrir los ojos, dejar de mirar el propio ombligo, los propios pies, la vida de uno como cristal para juzgar la ajena. Salirse de uno mismo, para volver a entrar más completo, más valiente, más sabio, más vivo.


lunes, 22 de agosto de 2016

Mi cabeza

La calma y el huracán, 
                                  todo
                                         al
                                            mismo
                                                      tiempo.
Todo.
Siempre.
Necesito vacaciones de mí misma.


viernes, 22 de julio de 2016

Que será, será

Haz sólo lo que amas y serás feliz. El que hace lo que ama, está condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación o compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida (…). Cuando la vida te presenta mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una para reír.
Facundo Cabral.



miércoles, 29 de junio de 2016

Sentidos


"no te dejes engañar, 
el sentido común es demasiado común 
para ser realmente sentido..."

El hombre duplicado - Saramago

viernes, 27 de mayo de 2016

Menos wifi y más acuarelas


El fantasma de la Patagonia 

Un guanaco muy serio

Gorrión simpaticon 

La amiga extranjera que vino de visita

domingo, 8 de mayo de 2016

5 de Mayo del 2016


Mi abuela era una de las personas más cariñosas que conocí.
Era la torta de manzana que cuando era chica no quería comer y después de grande quise a aprender a hacer. Es la razón por la cual amo la sopa y ella feliz de que yo la ame. Era ver los picapiedras en el sillón de su casa y que ella se quede dormida en la cocina esperando que terminen los dibujitos para llevarnos a la cama. Son los cañoncitos con dulce de leche que nunca faltaban al desayuno, el costurero que me prestaba y la muñeca de mi mamá que a ella lamentablemente no le daba para jugar pero a mi me permitía hasta pintarle las uñas. Es el "coño!" que nos gritó una vez cuando mi hermano y yo estabamos subidos a un tobogán alto y fue la única mala palabra que le escuché decir en mi vida. Es imaginarla en el campo, trabajando desde chica, con unas manos que sabían laburar la tierra y al mismo tiempo bordar la vida. Mi abuela le daba explicaciones a todos...al colectivero, al almacenero, al heladero, a todos. Por humilde, por sentirse menos cuando siempre fue más que muchos. Es todos los puloveres que me tejió, aún cuando los ojos y los dedos ya no le daban para tejer. Es la foto que siempre nos sacabamos haciendo algo "osado" y deciamos "para la abuelaaa!" porque era una persona bien miedosa. Es la luz del baño que nos dejaba prendida cuando nos quedábamos en su casa, aún sabiendo que no le teníamos miedo a la oscuridad. Mi abuela era una abuela de pura cepa, gallega hasta la médula, bailaba la jota, el paso doble, en su vida usó pantalones y ni se te ocurra sacarle la combinación y la enagua. Es un beso antes de acostarnos, la fiesta de cenar en su casa bifecitos con papas fritas y al día siguiente saber que nos esperaban los mejores ravioles que comí en mi vida. Es aromas, gustos, tacto, un país, es una nariz de poroto, unos lentes demasiado grandes para su cara, un pelo batido a nieve. Mi abuela perdía la memoria pero siempre nos reconocía. O al menos eso creíamos, imaginábamos, queríamos. Y aunque al final ya casi no podía hablar, mágicamente lograba articular un "yo también te quiero Solcita" y te tiraba un ademán de beso al aire, haciendote acordar cuáles son las cosas verdaderamente importantes. Ella es la dulzura de todo el mundo y el sentirse querido y mimado por sobre todas las cosas.
Mi abuela sigue viva, en los recuerdos, adentro mío y de muchos, no tengo dudas. Y espero que me haya alcanzado la consciencia de la vida adulta para hacerle saber que ese cariño que nos dio fue, es y será, invaluable.


miércoles, 27 de abril de 2016

Volver

Desorientada. Así me siento.

Viví casi 31 años de mi vida en una ciudad, rodeada de gente, de autos, de asfalto, de colectivos, gente corriendo, mirando el reloj, el celular, con todos los sentidos alerta para que no me roben, estudiando, intentando ser mejor profesional, hija, amiga, pareja...

Y me pregunto lo que se preguntó todo el mundo alguna vez: para qué corremos? Solo que esta vez me lo pregunto bien en serio.

No entiendo.

No entiendo el ceño fruncido, las miradas perdidas en una pantalla, la sobredosis de comunicación cibernética y la falta de comunicación personal. La falta de empatía que se respira, la falta de solidaridad con el prójimo, el miedo a todo lo que nos rodea, la puteada antes que el permiso, el "para eso le pagan" antes que el gracias.

Escribo y pasa una ambulancia con la sirena prendida, el ascensor hace un ruido continuo y juro que siento la electricidad de los electrodomésticos. Los colectivos mueven el vidrio de la ventana, las motos aceleran y frenan.

Pasa el tren.

Qué me pasa que escucho todo?
O mejor dicho, qué le pasa al resto que no escucha?

Vivir rodeada de silencio, en donde los únicos sonidos audibles son los de la naturaleza: el ruido del viento (y de las ráfagas!), el sonido de los pitíos, las loicas, los pájaros carpinteros golpeando un árbol. Desayunar y ahuyentar un caballo que anda curioseando en el terreno, llegar a la casa y que las luces del auto iluminen las liebres, y jugar al baile de las estatuas: apago las luces se mueven, las prendo y se quedan quietas. Tratar de descifrar dónde están los teros de noche para que no te corran, quedarse quieto cuando ves un zorrino y girar la cara para que no se sienta atacado.

Que las tardes se dividan en tomar mate, ir a buscar pumas, no saber qué hacer con las varillas de madera que sobraron de los listones que serán revestimiento de la casa. Tirar niveles, hacerse chistes, tener frio, sed, hambre, ganas de bañarse, de hacer el amor. Cosas básicas, simples y tan esenciales.

Creo que perdí el rumbo, eso me pasó. Bastaron 6 meses de Naturaleza con mayúscula para ver tantas cosas que antes no veía, no escuchaba, no sentía. Llego a Buenos Aires y siento que las bocinas me dicen "bienvenida a la vida real". Y no estoy tan segura de que esta sea "la vida real". Creo que es lo que nos enseñaron en el colegio, en la facultad, en nuestras casas. "La sociedad es así, sino no perteneces". Qué tan cierto es esto? Qué tan real es vivir una vida sin tiempo, sin el disfrute de frenar a ver un cielo, sin la cabeza para disfrutar de algo tan simple como ver un ave y que se acerque, curiosa ella y yo, a conocernos. A  qué queremos pertenecer?


Aprendí que la humildad frente a la grandeza de las cosas simples se consigue despojándose de lo que realmente no es necesario. No creo que todos tengan que hacer el ejercicio de pensar y vivir diferente, ya que cada uno elije su vida. Pero lo importante justamente radica en eso, en que sea una elección y no la inercia de una vida que nos enseñaron a vivir y que no nos animamos a replantear.