Quiero desaparecer de mí misma el tiempo que me lleve aceptar y naturalizar nuestra separación.
Quiero dejar de sentir nostalgia, tristeza, enojo, confusión. Dejar de preguntarme si tomamos la decisión correcta.
Quiero dejar de buscarte, con el pensamiento y físicamente en tus lugares. Dejar de engañarme pensando que también son míos, no lo son, no de verdad. (Acaso vos me buscas físicamente en mis lugares? En el río, en este nuevo barrio que incluso está teñido de vos en cada esquina, en algún parque o feria al aire libre? Sospecho que no y lo digo sin malicia. Tu mundo privado está mucho más consolidado que el mío propio)
Quiero dejar de parar en puestos donde venden animales de plástico en miniatura, dinosaurios, camisas de flores, afiches de tango, de fabular qué te regalaría para tu cumpleaños.
Quiero dejar de inventar excusas para ir a tu barrio por cualquier motivo. Dejar de inventarme planes que contemplen tácitamente la posibilidad de encontrarte.
Quiero dejar de extrañarte, de sentir puntadas en la panza y un nudo en la garganta cuando pienso que no te voy a volver a tocar, que no me vas a volver a acariciar.
Quiero dejar de quererte con el peso de la frustración de saber que no alcanza con el amor para que una pareja funcione. Una manada de elefantes me aplasta el corazón cada vez que pienso en eso.
Quiero dejar de sentir vergüenza de mí misma, de exponerme sabiéndome vulnerable, de humillarme para después autoflagelarme. Dejar de hacer cosas que me hagan sentir una boluda, con vos, conmigo. No quiero ensuciar lo que fuimos.
Quiero dejar de pensar en vos cuando intento pensar en mí, en lo que yo quiero.
Quiero cuidarme mejor, quererme mejor, mirarme por dentro y gustarme.
Quiero estar en paz, aunque sienta que estoy en guerra con todo.
Quiero dejar de sentir por un tiempo.
Hasta que lo que sienta ya no me duela.
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