jueves, 6 de agosto de 2015

Reflexiones matutinas

Jueves, llueve, las gotas se deslizan por el cable hasta que saltan. Truenos, relámpagos, es una lluvia all inclusive. Me dan ganas de faltar al laburo y quedarme en la cama. Pero ya pasó lo peor, vencer el despertador (en realizad que el despertador venza a la pereza), cambiarme, despabilarme. Me encanta desayunar, son diez minutos de reflexión, de asimilación del mundo y del nuevo día que empieza, que se acompañan entre mordiscos de tostadas y sorbos de mate cocido.
Agarro la taza y la abrazo con la mano, está calentita, me pregunto si afuera estará frío, la gente a veces se abriga solo porque "estamos en invierno", o escucha el pronóstico de la tele o la radio. A mi me gusta desayunar en silencio, escuchando la calle (aprovechar que como es temprano, susurra y no grita), abrir las cortinas, mirar la gente que viene y que va y sacar el brazo por la ventana, a modo de termómetro.
A ver?
No, no está tan frío.

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