viernes, 29 de noviembre de 2024

Catarsis y despedida número mil

Estuve 20 minutos intentando que funcione.
Veinte minutos empujando las aspas del ventilador sin parar. 
Hacía semanas que funcionaba mal, cada vez peor. Pero siempre arrancaba. Una, dos, cinco, diez vueltas! y volver a empezar de cero. Tenía que llegar a veinticinco, las tenía contadas. A las veinticinco vueltas de corrido, había esperanza de que arranque.
Pero no arrancó. 
Veinte minutos transpirando frente a un motor que rugía inmóvil.
Me miré los dedos porque los sentía raros. Estaban morados, llenos de sangre. De tanto empujar el filo del aspa se me habian reventado algunos capilares y se pusieron mórbidos, hinchados, duros, lastimados. Me vi a mi misma desde afuera y me dije: "qué carajo estás haciendo?". El dolor físico es el único mensaje que entiende mi cabeza al parecer. 
Insisto, insisto, insisto, hasta que sangro.
Qué mecanismo más boludo e inmaduro.
.
Lo mismo me pasa con vos. Busco que me duela, busco encontrar algo que me desgarre para que ahí sí, ahora sí, dar todo por perdido y declarar que ya no puedo hacer nada. Como si no tuviera pruebas suficientes de que no nos hacemos bien, como si no lo hubiéramos intentado lo suficiente. Pero y si... Esa (maldita) fracción minúscula de duda crece como dinosaurio de goma que ponés en agua y se convierte en un Carnosaurus que me ocupa todo el cuerpomente y no me deja pensar. Con bracitos minúsculos y azules tipeo cosas para hacerme doler, en un aparato que quiero revolear por la ventana desde que ya no estamos juntos.
Deposito todo el poder en el otro y lo hago responsable de algo que me pertenece, la posibilidad de estar bien o no. Qué cables estarán sueltos adentro mío que no logran hacer sinapsis? 
.
Al despedirme de la última sesión Vero me dijo que tenía que quererme yo primero para que otros me quieran. Le dije que decir eso era como decirle a alguien que le tiene miedo a los perros que no tenga miedo porque los perros lo huelen. No funciona así. No tengo que quererme para que otro (vos, quien sea), me quiera y me vea atractiva. Tengo que quererme por mí misma y punto. 
Qué mina insufriblemente insegura que soy cuando estoy triste, te juro que no me banco. 
.
Estar sin vos, que-no-es-lo-mismo-que-estar-sola, es una mierda, pero por más que me pese, está siendo útil. Está sacando una cantidad de cosas oscuras y bien  escondidas que me interpelan como hija-amiga-humana y que me hacen dar cuenta de que si bien soy funcional, estoy bastante rota. Como todo el mundo, bah. Lloro todo el tiempo. Imbancable. Es mi nuevo pasatiempos. No solo de tristeza o nostalgia, lloro si veo algo que me pone feliz, si me moviliza. Estoy sensible hasta la médula.
.
Las gatas también están haciendo su trabajo. Me sacan de quicio y a los dos segundos me empapan de ternura. La espada de San jorge dio flor (yo no sabía que daban flores). Googlee para ver si era otra planta que le estaba creciendo por dentro y no, eran flores de ella: blancas, delicadas, con un aroma dulce que te empalaga. Florecieron de noche. Según alguna página falopa de google que esa planta florezca significa buena fortuna. Asi que chocha yo con mi espada de san jorge florecida en la habitación, intencionando que me cambie la fortuna. No va que las encuentro a las dos sacadas con tierra en la boca, ojos en llamas, haciéndole un pozo a la maceta. Casi las mato. Les quise dar un chirlo, pero son demasiado chiquitas (igual lo hice, no te voy a mentir). Yo no sé educar gatos, asi que hago como me enseñaste de agarrarlas del pellejito como la madre y les digo muy seria y muy enfática mientras las sacudo: NO!. Creo que no entienden porque a la hora me la estaban morfando de vuelta.
Se corretean por debajo de la cama y dejan expuesta la pelusa que está escondida, oculta, quieta, lo que nadie ve. Mi casa nunca estuvo tan sucia y limpia como está ahora. Nunca hubo tanto caos y armonía al mismo tiempo. No tiene lógica, pero es así. Funciono con otros, aunque los otros sean de otra especie.
.
Te extraño y no jodo cuando digo que te pienso todos los días, pero debería empezar a dejar de hacerlo (quisiera al menos un gramo de tu disciplina). Estoy dolida y pienso en vos para que me cures, para que me lamas las heridas como alguna vez lo hiciste. Pero no es por ahi, tengo que dejar de pedir lo que yo misma no sé hacer.
.
No creo que me tenga que querer para que vos u otro me quiera, pero es verdad que me siento desapuntalada, haciendo equilibro en puntitas de pies y sin mucha estima por mí misma. No quiero que seas pasado, pero tampoco nos salía el presente, entonces solo me queda pensar en el futuro. Si ese futuro es juntos, ojalá que sea siendo mejor de lo que soy/estoy y desde un lugar más firme, no desde esta gelatina de persona que estoy siendo en este momento.
.
Te quiero siempre.





viernes, 22 de noviembre de 2024

Fotogramas

Ayer escuché un fragmento de nido gaucho de Eliana Sosa y Gallardo y me agarró nostalgia.
.
A la noche soñé que te veía hablar y reirte con una chica y simulaba esa compostura políticamente correcta que nos sale masomenos bien en publico (a vos mejor que a mi), solo que por dentro tenía la sangre corriendo a toda velocidad y a presión.
.
Hoy corté un jengibre, pensé en vos y me largué a llorar. Te recordé en tu casa, sacandole la piel a mi pedacito, los besos con sabor picante, esa sensación de estar enamorados, de sabernos juntos.
.
Podría ir a lugares donde sé que te voy a encontrar, me pregunto si vos también pensás en encontrarme. Aunque despues no vaya, aunque después le sigamos haciendo caso a la cabeza y respetemos la distancia (y a veces me mienta a mi misma).
.
Verte es primero un nudo en la panza, después algo cálido y continuo seguido de un dejo de tristeza cuando me doy cuenta que de nuevo nos vamos a distanciar. Las primeras horas despues de encontrarnos me queda el cuerpo revolucionado, entre contesto, triste, caliente, se despierta una libido que está totalmente adormecida. 
.
Hay días que te extraño más que otros.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Ausencia

El otro día tenía que volver a casa y no sabía qué transporte tomarme. Abro el Google maps y en el espacio donde iría mi dirección, escribo tu nombre sin querer. Me di cuenta a mitad de camino y sentí una mezcla de vergüenza cómica y tristeza. Así está mí cabeza, estando sin estar y con el GPS tan desorientado que sigue pensando que vos sos mí hogar.
.
Nunca nadie vio tantas aves al costado de la ruta 2, como vi yo en el micro a mar del plata. Al principio me pareció curioso, después llamativo y a lo último inverosímil, me crucé con muchas, demasiadas cigüeñas volando sobre la ruta y una espátula rosada paveando en el zanjón paralelo al camino. Pensé en vos.
.
Escribo cosas y las borro, no solo en el momento sino días posteriores, quizás hasta este texto desaparezca.
.
Sos mi interlocutor tácito, sí, porque a lo largo de este último tiempo fuiste la persona que elegí para mostrarme como soy y compartir mi versión vulnerable. Eras mí mejor amigo (por más que te pese el concepto de amistad en una pareja) y en ocasiones todavía converso con tu recuerdo. Pero escribo para mí, me urge darle entidad a lo que siento, a la angustia que me asalta en un colectivo cualquiera, yendo a la farmacia o sentada en mi sillón. La mayoría de las veces al releerme me autopercibo patética. En este momento seguramente lo sea y no me importa pretender otra cosa.

Lo que no puedo responderme a mí misma es por qué lo publico. Podría seguir escribiendo analógicamente, sabiendo que no te enterarias. Es cobarde publicarlo. Tengo que dejar de pensarte, de escribirte como si siguieras siendo mí confidente, de buscarte con el pensamiento, de querer verte pero no te busque en nuestras fotos porque me destruye vernos sonriendo o a las besos, sino que desbloquee cuentas donde sé que te voy a encontrar, aunque siempre sea en un abrazo con otra persona. Te imagino coqueteando con mujeres, teniendo intimidad con otra gente y me genera tristeza e ira en igual medida, aunque estés en todo tu derecho, aunque yo también lo esté. Estoy empantanada, enredada en tu recuerdo a sabiendas que no tiene sentido insistir. Pienso en tu sonrisa y me desmorono. 
No sé qué busco al buscarte, aun en silencio. Me cuesta aceptar tu ausencia.
Me siento un árbol sin raíz, necesito apuntalarme.