lunes, 15 de junio de 2015

Cuesta

Hay días en los que todo cuesta,
en los que todo es cuesta arriba.
El despertador que anuncia el inicio de la semana, el frío afuera del mundo de la frazada
el lunes que se cuela por la persiana del dormitorio.

Prender el horno para calefaccionar, al menos lo que dura el desayuno, la cocina y el living.
Desnudarse y cambiarse es casi tan difícil como despertarse.
En general esta acción viene acompañada de saltitos cortos, repetidos y exclamaciones del tipo
“ay, uf, ahh, caraj, ai ai, ahaha”
Que hacen que el frío pase a un segundo plano, y la ridiculez al primero

Pulover, pava eléctrica, pan en el horno, y hop! 
arriba la persiana.
Recién ahí comienza el día,
el día en serio en serio.

Dulce de leche y queso,
matecocido cortado, ventana y otoño,
somnolencia e intentar en vano recordar lo que soñé.
Cansancio y no poder creer que ya estamos a mitad de junio.
Sacar cuentas para matar el tiempo.Hace cuánto que vivo sola, cuánto que me recibí, que lo conocí a él, cuánto desde que se fue…
Cuál de todas las veces?
Hay tantas despedidas que ya no sé a cuál me refiero.

Dejar de culpar-me/lo. Aprender a perdonar-me/lo
Querer olvidar, y caer en la trampa.
La trampa de querer olvidar lo que no se olvida
Recordar queriendo olvidar.
Vueltas, enrosque.
Cansancio de tantas vueltas, de tanto enrosque.

Hace frío, está soleado y voy en bici al trabajo.
Uso el gorro rojo que me tejió mi abuela hace 20 años.
Qué linda mi abuela.
Elegir la música, estirarse la remera para que no entre el chiflete

bici y zas! 




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