sábado, 29 de junio de 2019

De aire y agua - 20/02/2018

Amenaza lluvia.

Calor húmedo de primavera invernal, un anillo de coco cómplice de un vestido floreado, una camisa a cuadros enmascara a un leñador.

Caminé dos veces en el sentido opuesto al que tenía que ir, la primera vez apuré el paso, en la segunda, me reí.

Pochoclo insípido, cerveza en promoción y muchas, muchas palabras que fluyen sin forzar. Te agarre las manos y por un segundo olvidé el tema que estábamos hablando, jugué con tus dedos y la desproporción de mi meñique y el tuyo.

Entendí que tenía que soltarte y cuando llevé mis manos lejos de las tuyas para sostener el peso de mis decisiones, sentí tu perfume, y lo supe.

Supe que iba a extrañar ese aroma, las pepas con mate al desayuno, hablar de tus balcones como si tuvieran vida, hablar de orcos, Islandia y la vida, todo en una misma oración. Ya sabía que te extrañaba, solo que esta vez lo sentí más en serio, más definitivo. Tu corazón saliéndose del pecho me dijo que no eras de los que decían si pero no, no pero sí.

Corrí hasta corrientes, me solté el pelo, lo até y lo volví a soltar. Necesitaba sentir. Respiré entrecortado durante dos cuadras, dejé que un colectivo se vaya y el segundo se me escapó sin querer.

La vida misma?


Te abrazo y escucho tu corazón latiendo y pese a que el mío no se escucha, 
te siente y te quiere.